Por Isolina Bórquez.
"¡A ti mujer!
A ti mujer me dirijo, a ti, tú que puedes con tus sentimientos más humanos que los del hombre impedir esa fiebre patrioteril que se desarrolla entre nuestros hijos, hermanos y compañeros, no permitamos que la cicuta de esa educación torpe y grosera dada en las escuelas, se infiltre en los cerebros infantiles de nuestros pequeñuelos; estirpemos esos fanatismos tradicionales de "patria" y de "raza" que modelan en esos virgos corazoncitos, para dar cabida a sentimientos más sublimes, más humanos; enseñémosles a amar, amar con frenesí; pero también enseñémosles a odiar, porque el odio es el que engendra el amor, seres que no odian no saben amar; odiar, sí, a nuestros gobernantes, a nuestros esplotadores, amara los humildes hijos del trabajo.
Mujeres realicemos lo que los hombres han sido incapaces de realizar: la confraternidad de los pueblos.
Mujeres impidamos que esa voluptuosidad feroz que sienten los hombres por destrozarse entre sí, sin haber mediado siquiera un disgusto, mas aún sin conocerse, desaparezca entre los humanos sentires; transformemos esas muecas groseras, bestializadas, que se dibujan en el rostro de los machos, muecas que dicen los caníbales deseos que sienten en su ser, transformemos repite, esa mueca feroz, en un gesto risueño armónico; que irradie dulzura, amores, que desborde en una franca alegría y se cumpla esa máxima del rebelde de Galilea:
"Amaos los unos a los otros".
Mujeres, no seamos por más tiempo la esclava de la escoba y del delantal; aprendamos a ser fuertes, aprendamos a luchar, ajitemos la tea lumínica de las sacras rebeldías y preparemos el advenimiento de la sociedad igualitaria, que nuestro es el porvenir."
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