29 diciembre 2007

Poesías de Harold H. Thompson

SONIDOS

En esta tumba de hierro y concreto, reflexionando sobre cosas perdidas.

Lo principal es una herida de amor, los sentimientos después de ser besados.

Sonidos de la noche en el bosque, el calor del sol en un día libre.

El grito de un pájaro volando, los cantos de alegría de los niños al jugar.

Porque son reales en estos lugares infernales son los sonidos de la angustia, de las emocionalmente agotadas y dolorosas caras entumecidas.

Sonidos de la frustrada pérdida de quienes aman.

Un hecho no es lo que parece.

La libertad es una dama misteriosa, sólo le hacemos el amor en nuestros sueños.

20 de Junio, 1996.

UNA PROMESA

Formamos parte de la clase mundial de los maltratados.

Oprimidos, hambrientos somos la clase trabajadora que poco a poco decae

Es verdad que somos quienes pueblan las prisiones

¡Pero esta horrenda situación no continuará!

Nuestra clase, algún día, se cansará de ser despreciada por el capitalismo y con determinación surgirá furiosa desde nuestras rodillas para pelear.

¡Nuestra fuerza unida hará llegar tan glorioso día, y recuperaremos lo que siempre ha sido nuestro por derecho!

Por lujuria y ganancia, los monstruos del capitalismo arrasan con Tierra y Mar.

Hacen ganancias con nuestro sudor, se ríen de nosotros, y nos roban el día.

Y como último insulto, ¡ensucian el mismo aire que respiramos!

Pero creo que hay algo tan claro como el cristal, cuando nuestra revolución comience, ¡todos ellos serán presa del anarquismo!

27 de Junio, 1996.

ENJAULADO

Enfría jaula de metal y concreto el prisionero camina de aquí para allá, buscando sólo puro agotamiento, no hay lugar donde ir.

Sueños de rebelión, de fugas de prisioneros, la pura alegría de la libertad corriendo a través de la noche.

Para ser libre de esta cárcel de odio, y de alma de hombres cansados.

Pero no hay lugar donde ir, camina tres pasos, gira de nuevo.

Privado del sol, una blanca palidez tiñe su piel, corteza que oculta un alma torturada.

Como afuera el contacto muere, la esperanza se achica.

Caminando, comienza una exhaustiva jornada a ningún lado en el tiempo, mientras el guarda evoca formas de destrozar su mente.

La celda es el ataúd de la sociedad, donde el único calor lo brinda la llegada de una carta, donde decae la amargura, lágrima derramada.

El tiempo pasa silencioso, como un ladrón en la noche, se arrastra y deja sus huellas en los rostros.

En algún lugar, a cada segundo, un prisionero está caminando sobre el piso de un ataúd prefabricado, una sepultura como celda.

Sirviendo al tiempo en este corrupto sistema, se asemeja a una prolongada estadía en infierno.


17 de Diciembre, 1985

“Soy anti-autoritario, anti-racista, anti-sexista, anarquis­ta revolucionario de orgullosas raíces irlandesas. También soy vegetariano y apoyo fervientemente el movimiento por la liberación animal. Represento los derechos civiles/huma­nos y no voy a descansar, no me inclinaré ni dejaré ser intimidado. Me solidarizo con toda la gente que lucha contra la opresión, pero particularmente con mis hermanos y herma­nas del movimiento anarquista”.

Harold H. Thompson.

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